Lo primero sorprendente es que en un hotel de cuatro estrellas unas estanterías con una cortinilla hagan la función de armario. La iluminación tanto de la habitación como de la zona de aseo es muy escasa. Las paredes son de pladur por lo que de insonorización ni hablar, además una de las noches la cama comenzó a temblar tanto que creo que se elevó del suelo, en un principio pensamos que se trataba de un terremoto, pero después supusimos que podría ser porque en alguna habitación habían activado la bañera jacuzzi. El suelo de la habitación es de moqueta, poco higiénica. En su favor hay que decir que las toallas son de excelente calidad, pero si las dejas colgadas no te las cambian, a nosotros hasta el cuarto día que ya las descolgué no las cambiaron. Los detalles de bienvenida están bien, pero nos tuvieron con 1 tubito de champú y gel y un jaboncito cuatro días, menos mal que siempre llevo de repuesto. La zona de la ducha no tiene puerta, por lo que si vas en pareja bien, pero si vas con amigos o familiares, o si entra alguien de limpieza por descuido, la intimidad es nula. El desayuno es correcto. El personal muy amable. Nos llamó la atención que el/la recepcionista también atendía el bar/cafetería por lo que no sé en un momento de mayor afluencia de clientes qué hubieran hecho. En fin, la relación calidad/precio (en nuestro caso103€ A/D, sin opción a balneario) es mala.