Reservamos la suite principal porque era lo único que les quedaba. Dos días sin agua caliente, con cortes de electricidad permanentes, sin WiFi, con la mochila del inodoro rota, con instalaciones eléctricas sin terminar y sin calefacción es lo más parecido a vivir junto a las ballenas. La limpieza brilla, pero por su ausencia. Y no sirven el desayuno, te dejan una bolsa de pan colgada en la puerta y te lo tenés que preparar vos. El parking está diseñado para guardar únicamente bicicletas, tuvimos que dejar el auto afuera porque el nuestro no entraba y lleno de equipaje porque no hay ascensor en el hotel. El personal muy amablemente nos dijo que ellos no eran responsables y que hacían todo lo posible por solucionar los “inconvenientes”, recordando la vieja frase de que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. A las 10 de la noche del segundo día, antes de finalizar nuestra estadía, nos fuimos a otro hotel menos pretensioso y más económico. Tuvieron la decencia de pagarlo. Estábamos con nuestra bebé de 8 meses. Si quieren una buena vista es más conveniente, seguro, limpio y abrigado dormir en una carpa en la playa.